La Perifèrica estrenará el día 30 en Llucmajor el documental ‘El temps i les coses’, un retrato coral sobre el prestigioso fotógrafo mallorquín.
Toni Catany dejó cerca de 20 libros inéditos de fotografías. Material ansiado que en los últimos años aprehendió su ojo, incansable en la búsqueda de la belleza antigua. Algunos trabajos desconocidos del Premio Nacional de Fotografía, célebre en el mundo por sus bodegones y desnudos, salen a la superficie en el documental que La Perifèrica ha elaborado sobre su figura. Una película –El temps i les coses– de 55 minutos que de manera coral entrega un retrato esencial pero también menos conocido del artista fallecido el 14 de octubre de 2013.
Del grueso fotográfico inédito, hilvanan el metraje imágenes brillantes y coloristas del Caribe cosidas después a los ocres humildes de muros y paredes capturados en su Llucmajor natal, un torrente cromático que desemboca en la oscuridad de las cerámicas negras –rituales, trascendentes– de Miquel Barceló, una de las voces que intervienen en la cinta junto a los testimonios de Maria del Mar Bonet, los fotógrafos Ramón Masats, Isabel Muñoz, Cristina García Rodero y Masao Yamamoto, el galerista de Catany en BruselasAlain D’Hooghe, sus ayudantes de producción Àngel Alabarrán y Anna Cabrera, el director de la Fundación Foto Colectania Pep Font de Mora, la escritora y viajera Ana María Briongos y el director de Lunwerg Latinoamérica Joaquim Corbera.
La voz número doce de la película, la que pone la guinda al relato, es la del propio Catany en boca del actor Santi Pons, una primera persona reconstruida por el director de la cinta, Cesc Mulet, a partir de escritos y entrevistas del fotógrafo. «Buscaba ese tono confesional. He adaptado sus palabras al lenguaje audiovisual y creo que no le he traicionado,» explica el realizador, que ha contado en este sentido con la asesoría de Miquel Bezares y Antoni Garau de la Fundació Toni Catany.
Ante el maremágnum de datos, libros, fotografías, anécdotas y testimonios, Mulet hubo de poner orden. Se le reveló una estructura que engloba varios temas y que pivota en torno a cuatro capítulos titulados como algunas publicaciones del propio Catany: La meva Mediterrània, Natures mortes, Somniar Déus y Fotografies. En estos miniepisodios, se habla de un Catany obsesionado con el Mediterráneo desde que viajó a Marruecos y el mordisco de un melocotón –su magdalena de Proust– le trajo recuerdos de su infancia en Mallorca. O cuando puso rumbo a Oriente Medio acompañando a Baltasar Porcel en una serie de reportajes para La Vanguardia. Dan dinamismo y ambientación al metraje las imágenes de Italia y Marruecos tomadas con una Súper 8 en los años 80. En ellas, se intuye un Mediterráneo donde resuena la poesía de Kavafis y huele a tomillo, café turco o a musaka griega. Ese Mediterráneo –alzado a categoría de mito– que el de Llucmajor trató de fotografiar en los cinco continentes.
La película, con música de Kiko Barrenengoa, Michael Mesquida y Pep Toni Ferrer, también se detiene en la atemporalidad de las fotos de Catany, siempre con una pátina del tiempo. Cristina García Rodero lo resume así: «Toni es un constructor de la belleza sin tiempo». Y agrega D’Hooghe: «No pertenece a ninguna escuela ni tendencia, sus fotos no se pueden datar».
Una de las joyas del documental es poder entrar en el estudio del fotógrafo, en Nou de la Rambla (Barcelona). La cámara de Jaume Caldentey dirigida por Mulet –ambos se permiten alguna licencia poética que lanza guiños a Catany– escudriña una auténtica casa museo –la pequeña Venecia que el artista habitaba cada día– decorada con los objetos que integraban sus bodegones y naturalezas muertas. En su interior, La Perifèrica rueda el proceso poético y alquímico del revelado, la reciente impresión sobre platino en la que mostró una de sus últimas series, Altars profans. «El modo de mostrar la obra de Toni en el documental –aparecen más de 130 instantáneas– era una de las cosas que me preocupaba. Optamos por hacerlo de manera variada: al estilo canónico, a través de los libros, o a partir de los procesos técnicos que utilizaba», indicó Mulet.
La timidez y humildad del fotógrafo, cultísimo pero nunca jactancioso, su inclinación por la Antigüedad, su inmersión en los orígenes de la fotografía, como el calotipo, y su cercanía a la pintura, que fue lo que atrajo a Masao Yamamoto, son el resto de cuestiones que salpican el metraje, rodado en seis meses entre Llucmajor, Vilafranca, Eivissa, París, Barcelona, Madrid, Adana (Turquía) o Mumbai (India).
Mulet se guarda un as en la manga para los últimos minutos del documental, una cinta cuya génesis conoció en vida el propio Premio Nacional. «La primera vez que contacté con él fue en 2009. Le comenté tanto la idea como los problemas de financiación para sacar adelante el proyecto», refiere el director. No fue hasta el verano de 2013 cuando pudo retomar el documental. «Me reuní con Catany en el bar Bosch y le dije que íbamos a ponernos con él a partir de octubre, después del estreno del de Juníper Serra, pero desgraciadamente falleció antes de que pudiéramos empezar», relata. En los cuatro años que hibernó la película, Mulet pudo filmar en una ocasión al fotógrafo. Fue en 2012, cuando éste impartió un taller en Es Baluard.
El temps i les coses, coproducido por Televisió de Catalunya y TVE y rodado originalmente en catalán, castellano y francés, descorchará a finales de mes una amplia agenda de proyecciones. El día 28 se exhibirá en la Cineteca del Matadero de Madrid. El día 29, se pasará en La 2 en el espacio Imprescindibles. La Fundació Toni Catany lo ha programado para el día 30 después de la inaguración de la exposición de Pentti Sammallahti en el Claustre de Llucmajor. El 25 de junio, La Perifèrica también lo mostrará en colaboración con CineCiutat en la sala del Escorxador en el marco del PalmaPhoto. TV3 lo exhibirá seguramente en octubre, cuando se cumpla el aniversario de la muerte del fotógrafo, y también la fundación del artista organizará otro acto para proyectarlo en Barcelona.
M. Elena Vallés – Palma
Extret del Diario de Mallorca – 10/05/2015